Esta semana he tenido ocasión de impartir una clase presencial a un grupo de mujeres que se están formando para cuidar a personas dependientes. Fue por un imprevisto, porque la profesora se puso mala, por lo que no tenía nada preparado ni tengo mucha experiencia en docencia, pero me lo tomé como un reto y una oportunidad de transmitir algunos de los aprendizajes que he adquirido después de 12 años trabajando con personas mayores dependientes.
El caso es que entre las diferentes cosas que tratamos aproveché para enseñarles el documental «Me llamo Carmen», que hace tiempo que no veía. Aunque tiene ya varios años, no encuentro mejor forma de explicar cómo las personas dependientes, en este caso contado en primera persona por una mujer mayor con Alzheimer que vive en una residencia, quieren que les cuiden.
A quienes me seguís hace tiempo sabéis que éste es un tema que no solo me afecta de forma profesional, sino que se metió en mi vida para quedarse hace ya 5 años, tal como explico en mi primer post y el que da sentido a este blog.
Y es que últimamente se habla mucho de atención centrada en la persona. Y si leéis información al respecto, es un enfoque reconocido internacionalmente que se usa para hacer referencia a una forma de atender y cuidar a personas en situación de dependencia. A la hora de interpretar el término hay múltiples puntos de vista, como quién la entiende como una metodología que vela por la integridad de cada persona de manera individualizada, independientemente de su estado físico o cognitivo y sus capacidades para comunicarse y expresar sus deseos. O como un conjunto de valores básicos para la atención a personas dependientes. En cualquier caso, aplicar la atención centrada a la persona implica reconocer la singularidad y unicidad de cada persona, prestando atención a sus capacidades frente a aquello que la hace dependiente, apoyando su autodeterminación.
Llevar este modelo de atención a la práctica, no siempre resulta sencillo. Y no me refiero solo a personas que se dedican profesionalmente al cuidado, esto es extensible a cualquier persona que tiene que cuidar a otra persona dependiente.
Si tuviera que definir la atención centrada en la persona en una palabra, tal como yo la entiendo elegiría respeto, y si tuviera que explicar la mejor forma de llevarla a la práctica, sería usando el sentido común y teniendo en cuenta aquello que a cualquiera nos hace sentir bien, porque mantiene nuestra integridad.
Desgraciadamente a veces somos testigos de hechos, puntuales o no, y probablemente en la mayoría de los casos realizados de manera inconsciente y sin maldad, que vulneran ese respeto tan importante y que cualquier persona merece.
El vídeo empieza con Carmen presentándose, y explicando en primer lugar, que vivir en una residencia no es fácil, incluso aunque la persona y su familia estén de acuerdo con que es la mejor opción por el motivo que sea. Este es el punto de partida que tenemos que entender. Una persona dependiente, bien por una enfermedad como el Alzheimer como en el caso de Carmen, o por cualquier otra circunstancia, ya tiene la dificultad en su vida de manera continua, por lo que todas las personas que les rodeamos tenemos la obligación moral de hacerles fácil este proceso, y no solo al principio, sino siempre.
Como dice Carmen «si prestas atención y abres el corazón a lo que te voy a contar, harás que mi vida sea mucho más feliz»
Y aunque cada vez que lo veo, descubro alguna cosa nueva, sí hay frases que escucho decir a Carmen y que siempre que lo escucho, me emocionan:
- «Me gusta que me llames Carmen, no Carmencita, Carmela, Carmelita ni nada por el estilo»
- «No me grites, a no ser que de verdad no te oiga. Muchas veces poniéndote delante para que te vea la cara, te entenderé mejor que gritando. Háblame lentamente y con claridad, utilizando palabras cortas y sencillas».
- «No hables de mí en mi presencia como si no estuviera. Me molesta mucho. Ten siempre palabras agradables y de ánimo, porque aunque parezca que no, puedo estar escuchando y me pondré aun más triste»
- «No me trates como a una niña pequeña. Tengo años y veo poco, pero soy una mujer con mucha historia a las espaldas».
- «Aunque te pregunte lo mismo varias veces, respóndeme con amabilidad. ¡Se me olvidan las cosas con tanta facilidad!»
- «Ten cuidado con mis cosas. Me han acompañado a lo largo de mi vida.»
- «Me gusta que mi ropa esté cuidada. Respeta mis gustos y si alguna vez no estoy en condiciones de poder elegirla ten buen gusto o acuérdate tú que puedes de lo que me solía poner. Así seguiré siendo yo misma»
- «Por favor, respeta mis costumbres, el orden en que me gusta asearme y qué jabón usar. Ten en cuesta mis gustos y preferencias»
- «Todavía puedo hacer cosas por mí misma, pero tardo más que antes. Dame tiempo para intentarlo. O si me detengo en medio de una frase, dame tiempo para que la termine»
- «No me gusta que cuentes las cosas que hago por culpa del Alzheimer ese que dicen que tengo»
Si tenéis oportunidad de ver el documental, que recomiendo encarecidamente, veréis que Carmen es la mejor profesora para cualquier persona con vocación de atención a personas mayores o dependientes. Con cada una de sus peticiones, describe el mejor manual de atención centrada en la persona.
Por tanto, mi reflexión es que cualquier persona que quiera dedicarse profesionalmente a este sector, o que tenga que atender en su entorno familiar a una persona dependiente, escuche a Carmen, o incluso es suficiente con pararse a pensar en qué nos hace sentirnos respetados, o dándole la vuelta, qué consideramos una falta de respeto. Entendiendo esto, y teniendo claro algo tan sencillo como el clásico «no hagas lo que no quieres que te hagan» es un buen comienzo. Sumarle a eso, una buena dosis de cariño y amabilidad, es un triunfo seguro.
¿Qué os parecen las palabras de Carmen? Nos leemos.
2 comentarios
Me han emocionado mucho vuestras palabras , pues yo también estoy cuidando de mi marido, que lleva 3 operaciones de un tumor en la cabeza, y cada vez, depende más de mi.
Que difícil, y que ignorancia tenemos,nadie,te prepara para estas situaciones, y tienes que ir capeando, cómo se puede, y te desesperas muchas veces, y te das cuenta que la enfermedad, y otra vez a empezar, con cariño,cómo muy buen habéis dicho, con respeto, e inventando juegos, ejercicios, y todo lo que intento informarme por las redes asociaciones contra el cáncer etc…
Querida Tania, has hecho,y estás haciendo una labor maravillosa, y me alegro que me aceptaras, cuando nuestra querida Encarni,me comentó lo que haces.
Un abrazo fuerte, y espero que alguna vez,nos conozcamos, y…yo te seguiré, pues nos haces mucho bien🥰❤.
Muchas gracias Mar, tú eres una mujer valiente, y si leerme te reconforta me hace sentir realmente bien. Te mando un abrazo muy fuerte.