Historias anónimas extraordinarias

Si leyendo esto te sientes identificada, aunque no nos conozcamos, no lo dudes, también habla de ti. Tú también eres una persona maravillosa e inspiradora. ¡Créetelo!
Tania CaMon

Tania CaMon

Vamos a encontrar el equilibrio entre todas las áreas de tu vida.

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La verdadera inspiración está fuera de Instagram y de Facebook. La he visto, la he vivido, lo he comprobado. O al menos, no solo está detrás de grandes cuentas con miles (o incluso millones) de seguidores. Muchas veces, el oro puro se encuentra en algún comentario anónimo en estas cuentas, de perfiles que incluso son privados o muy modestos, pero que dan auténticas lecciones de vida y superación.

No es que me vaya a convertir en alguien que reniegue de estas redes, ¡ni mucho menos!. Me encanta el poder que tienen para conectar personas maravillosas, y que de esas conexiones ocurran experiencias casi mágicas en el 1.0. Y esto no se puede negar.

Pero además de todas éstas, hay muchísimas historias de superación, de aprendizajes muy valiosos, que ocurren cada momento, cada día y que son ajenas a las redes. Y sería una pena perdérselas por no saber mirar. Porque están en todas partes, de mano de muchas personas diversas, sin importar su edad, su ocupación o sus referentes.

En el último año, he tenido la oportunidad de empaparme de muchas de ellas, conocerlas de primera mano, y escuchando atentamente, sin prejuicios, con la mente abierta, todas me han ayudado a vivir de mejor manera mis propias circunstancias personales.

Mujeres que un día hacen clic, deciden dejarlo todo u otra persona lo decide por ellas, e inician un camino incierto en el que solo hay dos premisas: ser fieles a ellas mismas y trabajar duro par conseguir sus objetivos. Historias de reinvenciones profesionales y segundas oportunidades. Saltos o empujones al vacío, que después del golpe inicial, se convierten en relatos maravillosos y en proyectos con alma que están destinados a dejar huella.

Mujeres cuidadoras, de hijos, de padres, de hermanos o hermanas, familia de sangre, política o elegida, que aprenden a vivir con las circunstancias adversas que les han llegado, bien por causas ajenas como enfermedades o por caminos que les han llevado sus decisiones anteriores. Que crían solas, o casi; o que crían y cuidan; o que solo cuidan porque han decidido no criar….Muchas diferencias, muchos matices, muchas circunstancias diversas, pero el denominador común, que se esfuerzan cada día para compatibilizar estos cuidados o crianza con sus desarrollos personales y profesionales, y que son capaces de hacerlo con buena cara.

Mujeres silenciosas y charlatanas; tímidas y descaradas; echadas ‘palante’ o más reflexivas. Pero todas increíbles.

Y por supuesto, también hombres. Que esto de la valentía y la superación personal no entiende de género. Hombres que también se han reinventado, que cuidan, que crían, que quieren hacerlo bien. Y que en muchos casos se encuentran además con la obligación de tener que justificar el por qué de su nado contracorriente, contra lo que hasta ahora había sido lo normal, pero que entienden que ha llegado el momento de superar y transformar, de convertir las larvas de tanto tiempo en mariposas.

Y todas estas personas tienen algo en común, algo en todas ellas, y que es la clave de su historia inspiradora…

Han decidido no lamentarse. Han decidido vivir con lo que ha tocado. Enfrentarse a los cambios y a las circunstancias. En definitiva, hacerse responsables de su propia vida. Y buscar la felicidad ahí.

Ahí está la lección, ahí está la inspiración. En que no se trata de buscar la felicidad intentando que se den las circunstancias en las que todo va a ir rodado. Porque muchas veces no vamos a poder elegir, no va a depender de nosotros o lo que hagamos. La lección está en ser feliz a pesar de las situaciones adversas, o gracias a ellas que en algún momento llegan para convertirse en palancas de cambio.

¡Qué maravilloso es que haya tantas historias así! Y yo he sido afortunada de encontrarme, e incluso formar parte de muchas de ellas. Cuando pensé en escribir esto, quería ponerles nombre, ponerles cara, gritar desde mi pequeño sitio y mostrarlas.

Pero decidí no hacerlo. Porque si tú que me estás leyendo, en algo, en alguna frase, alguna situación, has sentido que puedo estar hablando de ti, aunque no nos conozcamos, probablemente es que lo esté haciendo.

Porque tú, que sí, TÚ, también eres la persona protagonista de una historia anónima extraordinaria. Y ya sabes, si la quieres compartir, seguimos hablando por aquí. ¡Feliz domingo!

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