Proceso de duelo, proceso de dolor, duele, duelo.
- ¿Cuánto? Mucho
- ¿Hasta cuándo? Siempre
- ¿Se supera? Se aprende a vivir con él.
- ¿Se vuelve a ser feliz? SI.
Y mi respuesta a esta última pregunta no puede ser otra, porque yo lo soy, a pesar de todas las circunstancias, lo intento; tanto que muchas veces, la mayoría, lo consigo.
Lo consigo porque lo intento, me esfuerzo, y cuando me vengo abajo, me repongo, me levanto y vuelvo a empezar.
No se quiere menos por superar una pérdida, por reponerse de un proceso de duelo. Al revés, volver a ser feliz es el acto de amor más grande que le puedes dedicar a la persona que ya no está contigo, o si está, ya no de la misma manera.
Por él, por ella, por ellos, por ellas…
Porque ya no pueden y tú sí…
Porque sigues viva, tienes el derecho y la obligación de ser feliz:
- Tienes que salir a ver amanecer y anochecer.
- Tienes que tostarte al sol y bailar bajo la lluvia.
- Tienes que gritar de emoción, de rabia, de dolor, y también reírte a carcajadas hasta que se te salten las lágrimas.
- Tienes que cantar a voces en el coche con las ventanillas bajadas y bailar hasta que no te queden fuerzas.
Se lo debes y te lo debes… se lo debo y me lo debo.
Duele sí, duelo. Pero deja espacio para volver a empezar, otra vez, hasta el infinito…
Este post pertenece a la categoría “Cartas de puño y letra”, donde me expongo desde las entrañas, con el corazón en la mano y de la forma más personal que puedo. Es mi espacio para ser políticamente incorrecta, y espero que me disculpéis si no siempre cumplo con vuestras expectativas. Pero también será donde me podáis ver sin filtros, sin maquillaje, como soy cada día en la intimidad. Será la forma en que me conoceréis realmente y espero que sepáis entenderla, y mejor aún, animaros a compartirla y responder a esta correspondencia