A raíz de un post que leí el otro día de una gran mujer (Andrea), con una gran trayectoria por delante porque tiene el regalo de ser muy joven; y después de una sesión de triada de coaching con dos grandes compañeras (Vito y Laura), surgió una reflexión personal que ha sido muy potente. Me planteé mi experiencia previa ante mi nuevo reto profesional y lo comparto aquí por si a ti también te hace pensar.
Empiezo por el principio. Si me sigues un poco, sabrás que hace unos meses he dado un giro total a mi carrera profesional. He dejado una trayectoria de 20 años en el mundo corporativo, para iniciar un proyecto propio, por el que apuesto firmemente y que creo necesario en la sociedad a todos los niveles.
Aquí surgiría otro debate muy interesante, que es desde dónde emprendemos las mujeres, y que si te interesa, podemos abordar en otro momento.
Pero el caso es que en esa sesión de triada (donde de forma sucesiva pasas por el papel de coach, de coachee y de observadora) planteé un bloqueo del que no era 100% consciente, hasta que no le puse palabras.
En esa triada, acepté el reto de extraer todos los aprendizajes de mi vida profesional, todos los logros que he conseguido sola (más allá del lugar donde estuviera trabajando) y qué experiencia aporto a esta nueva etapa.
Plasmar todo eso en papel ha sido realmente revelador. Porque me he dado cuenta de que cada evento cuenta. No solo a nivel profesional, también las experiencias personales te nutren y te forjan como experta. Y sí, una vez más aseguro que nuestro valor está en todo lo que hemos vivido, y que no se puede separar. Sí, otra vez ConciliAcción.
Volviendo a mi bloqueo, verbalicé mi reto de afrontar un nuevo rumbo profesional desde 0, a mi madurez, y sin un background que me avale.
Entonces, ¿No tengo experiencia previa?
Plasmando en papel qué he aprendido a lo largo de mi vida profesional, descubro que gestioné mi primer equipo con 23 años, como organizadora de un Congreso para el CSIC en el que mi jefe era una eminencia con más de 80 años.
Ostras, y nunca antes lo había pensado, pero admiré tanto a ese hombre y me enseñó tanto, que de ahí mi profundo respeto hacia las personas mayores, a las que después he dedicado más de 10 años de mi vida profesional.
Antes de eso, la experiencia por excelencia de los jóvenes, camarera en otro país, con otro idioma. Y que me enseñó el poder de una buena sonrisa para entenderse con cualquier persona.
También las experiencias menos buenas te enseñan. Y cuando me mudé por amor a otra ciudad y acepté el primer trabajo que me permitía pagar el piso en el que por primera vez iba a vivir sola, aprendí cómo NO iba a dirigir nunca equipos de personas. Y el daño que puede hacer a una empresa, no valorar el papel que cada persona del equipo tiene en ella.
Y qué decir de los más de 12 años trabajando para las personas mayores. A nivel profesional, aprendí a emprender, porque siempre tuve total autonomía para aportar, innovar y crear. El valor del trabajo bien hecho y del compromiso, que hizo que con los años pasara de la recepción a la gerencia.
Pero si me tengo que quedar con algo, sin duda es lo que no he dejado de hacer nunca: trabajar con personas, con interés real hacia ellas, y empeñarme en contribuir a su bienestar. Ya fuera con las personas mayores, con sus familias, con alumnos, y por encima de todo, con todas las personas de mi equipo.
Entonces, y respondiendo a la pregunta que yo misma me hice, NO empiezo de cero.
Y más allá de eso, ¿os dais cuenta que no he hecho referencia a ningún título, a ninguna formación, a ningún cargo, a ninguna función?
¿Qué es lo que realmente importa?
Pues mi reflexión final es que el valor que cualquier persona aporta a nivel profesional, independientemente del puesto, de la formación, de las funciones; nace del compromiso personal y las ganas de crecer y mejorar.
Y ahora me gustaría preguntarte a ti ¿cuál dirías que es tu principal valor? ¿Qué aprendizajes has obtenido de cada reto de tu vida que has superado gracias a tu propio esfuerzo?
¡Me encantará que me cuentes!
2 comentarios
Totalmente de acuero contigo, Tania! Creo que así es, el compromiso personal y las ganas de crecer y mejorar es lo que cuenta para realizar cualquier actividad profesional.
Yo puedo contarte que despues de estar trabajando unos años en investifgación cientifica como biologa, luego dejarlo y dedicarme solo a cuidar niños y tareas del hogar durante casi 20 años, cuando decidi hacerme voluntaria de una ONG, me di cuenta de que aunque mi actividad voluntaria iba a ser muy distinta de todo lo que hasta ese momento había hecho, sin embargo llevaba un bagaje cognitivo y emocional que me sirvió para realizar la actividad voluntaria de manera muy eficaz. Y en ello sigo y muy contenta por ello.
Y así se te nota. ¡Qué suerte todas las personas que se benefician de tu labor!
Un abrazo.