¿Cómo han ido esas vacaciones? ¿Habéis desconectado? ¿Preparadas para plantarle buena cara a septiembre?
Cuando una, además de trabajar fuera de casa, tiene diferentes roles de cuidadora, el periodo de vacaciones laborales, no siempre coincide o se corresponde con una verdadera desconexión y tiempo de descanso de calidad. Porque normalmente las horas que se dedican a la actividad laboral, durante el periodo vacacional, se sustituyen por horas de cuidado, 24-7. Por eso, se oye mucho que las vacaciones de verano son el detonante de muchas separaciones y divorcios. Afortunadamente, no es mi caso, que estoy en el extremo opuesto, y suelo pasar las semanas de vacaciones sin discusiones ni peleas maritales, que suelen darse en casa cuando nos come la rutina y los quehaceres encajados como un tetris. ¡Pero este es otro tema!
Cuando además del cuidado de hijos, también se tiene a cargo a personas dependientes, el tema cambia. Normalmente, los niños y jóvenes se vienen en nuestra «mochila» de vacaciones, porque buscamos alternativas que sean válidas y divertidas para toda la familia, y donde todos podamos disfrutar. Pero en el caso de personas mayores y/o dependientes, la cosa cambia, ya que normalmente sacarles de sus rutinas y sus lugares conocidos, es incluso contraproducente, y les puede hacer sentirse ansiosas o desubicadas. Para poder darle solución, existen diferentes alternativas de respiro familiar, pero las personas que se deciden por ellas, para poder descansar unos días del cuidado, suelen verse invadidas por un terrible sentimiento de culpa por abandono.
Así que, el primer paso que hay que dar, es dejar de lado estos sentimientos y, como ya comentaba en el post ¡No te cuestiones, cuidadora! saber que los momentos de desconexión y de autocuidado son obligatorios para poder continuar haciéndolo sin quemarse.
Y cuando por fin, después de hacer obras gigantes de ingeniería, se consigue desconectar y escaparse unos días, pasan tan rápido, que cuando te quieres dar cuenta, ya es septiembre, y con él, viene la famosa y odiosa «depresión o estrés postvacacional». Porque aunque seríamos millonarias si nos dieran un euro cada vez que decimos «¡Que ganas de que empiece el colegio!» o «¡Si lo sé no me muevo de mi casa!», lo cierto es que todas, en el fondo, y aunque no todo el tiempo, disfrutamos de esos días off, donde como comentaba en mi última publicación de redes nos sentimos imparables.
¿Cómo podemos hacer frente a septiembre y mantener esa euforia de las vacaciones? Y sobre todo, ¿cómo hacerlo las personas cuidadoras que vuelven a las jornadas maratonianas de trabajo y cuidados?
- Cuida tu cuerpo. Con la biensabida trilogía (pero no por eso deja de ser válida) de alimentación, ejercicio y sueño. Ahora que tenemos que volver a retomar hábitos y rutinas después del periodo de descanso, es un momento estupendo para ajustarlas y hacerlo bien de una vez por todas. Por eso, esta semana es estupenda para establecer nuestros horarios de sueño, los menús de comidas saludables y equilibradas, y ajustar en el momento del día donde mejor nos encaje un poco de ejercicio físico, que además libera endorfinas y serotonina, y nos ayuda a regular las horas de descanso.
- Mima tus emociones. Y volvemos aquí al autocuidado, pero no solo exterior, sino también el interior. Es fundamental ver cómo nos hablamos a nosotras mismas, y cuidar ese lenguaje. En una palabra, prestar atención a mimarnos y ser amables. Tenemos que evitar plantarnos en pensamientos negativos y quejarnos por el fin del descanso. Y si es necesario, buscar momentos de paz a través del silencio. Para eso, es muy bueno adquirir hábitos o rutinas de relajación, meditación o mindfullness, que nos pueden ayudar mucho a realizar una buena conexión y diálogo interno y potenciar nuestra creatividad, fomentando estados de bienestar. Debemos ser capaces de sentirnos agradecidas por las semanas de vacaciones disfrutadas, sin sentimiento de tristeza porque hayan terminado.
- Plantearnos nuevos objetivos laborales que nos motiven para el nuevo curso. La vuelta de las vacaciones es un momento ideal para reflexionar en qué punto profesional estamos y hacia dónde queremos crecer o avanzar. Plantearnos la vuelta al trabajo de manera retadora, fijando los pasos o pequeñas metas que queremos alcanzar. Esto nos permitirá pensar también de qué manera nos vamos a premiar por cada logro conseguido, y por tanto, nos servirá de motivación para la vuelta.
Está claro que no es una varita mágica, y que adquirir nuevos hábitos o rutinas requiere un esfuerzo. Pero saber que en pocas semanas, estaremos mucho mejor, cuidaremos mejor, rendiremos más y nos sentiremos en paz y orgullosas con nosotras, es un aliciente más que bueno para animarnos a ponerlo en práctica.
Yo ya he empezado. ¿Y vosotras? ¿Qué trucos tenéis para afrontar la «vuelta al cole» de septiembre? Os leo en comentarios y en redes.